lunes, 24 de febrero de 2014

EL LEÓN Y EL RATÓN


E


rase una vez en una tarde muy calurosa, un león dormitaba en una cueva fría y oscura. Estaba a punto de dormirse del todo cuando un ratón se puso a corretear sobre su hocico.

Con un rugido iracundo, el león levantó su pata y aplastó al ratón contra el suelo. -¿Cómo te atreves a despertarme? Gruñó. Te voy a espachurrar. Oh, por favor, por favor, perdóname la vida chilló el ratón atemorizado. Prometo ayudarle algún día si me deja marchar.

-¿Quieres tomarme el pelo? Dijo el León; -¿Cómo podría un ratoncillo como tú ayudar a un león grande y fuerte como yo? Se echó a reír con ganas. Se reía tanto que un descuido deslizó su pata y el ratón escapó.

Unos días más tarde el león salió de caza por la jungla. Estaba justamente pensando en su próxima comida cuando tropezó con una cuerda estirada en medio del sendero. Una red enorme se abatió sobre él y pese a toda SU fuerza, no consiguió liberarse. Cuanto más, se removía y se revolvía, más se enredaba y más se tensaba la red en torno a él.

El león empezó a rugir tan fuerte que todos los animales le oían, pues sus rugidos llegaban hasta los mismos confines de la jungla. Uno de esos animales era el ratoncillo, que se encontraba royendo un grano de maíz. Soltó inmediatamente el grano y corrió hasta el león.

-Oh, poderoso león -chilló- Si me hicieras el favor de quedarte quieto un ratito podria ayudarte a escapar. El león se sentía ya tan exhausto que permaneció tumbado mirando como el ratón roía las cuerdas de la red.

Apenas podía creerlo cuando, al cabo de un rato, se dio cuenta que estaba libre. Me salvaste la vida, ratoncillo dijo.

Nunca volveré a burlarme de las promesas hechas por los amigos pequeños.

Dedicado a M.B.H.
 que  podría asustarme con sus rugidos y aplastarme con su zarpa...

Y sólo me mira y sonríe.

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